Sobre la lactancia materna

La Organización Mundial de la Salud y UNICEF recomiendan el inicio de la lactancia materna durante la primera hora después del nacimiento, la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida y la lactancia materna continuada junto con alimentación complementaria durante dos años o más.

Sabemos que la leche materna tiene innumerables beneficios para la nutrición, la salud y el desarrollo del bebé. Además ofrece una inmensa y maravillosa oportunidad, con cada mamada, piel con piel, de conectar, sostener y dar amor.

Sin embargo, es vital recordar que la calidez, la presencia, el consuelo, la seguridad, el vínculo, no dependen sólo de dar la teta, y se logran también en los casos en que no hay lactancia, pero no faltan las miradas, el contacto, el sostén, las caricias y el amor.

Aún cuando la lactancia es posible y es elegida, puede no ser fácil de lograr desde el principio, o puede no ser fácil de sostener. Las personas lactantes necesitan apoyo activo, contención, información, muchas veces de la mano de asesoramiento calificado, que las acompañe en los momentos de inicio y mantención de la lactancia. En nuestro país la Ley de Parto Respetado ampara este derecho, de recibir información sobre los beneficios de la lactancia materna y apoyo para amamantar.

En aquellas situaciones en que la lactancia, siendo deseada, no es posible, es importante contar con el apoyo y contención necesaria para transitar ese momento. En relación a esto, si hay un equipo de profesionales que interviene en los primeros encuentros del bebé con su figura referente, necesita la preparación para orientar desde la calidez y la amorosidad, teniendo especial cuidado de no generar sentimientos de culpa e inadecuación cuando no es posible dar de mamar, por la situación que fuera.

Los mandatos, la propia historia, la sociedad, imponen maneras de hacer la cosas “bien”. Se escuchan consejos hacia un lado o hacia otro, todos parecen saber cuándo, cuánto y cómo cada mamá debería hacerlo. Desde el entorno, es importante estar disponibles, acompañar, y no presionar, no culpabilizar, dejar hacer; para que cada persona lactante pueda encontrarse y confiar en su propio deseo, en su propia sabiduría, en sintonía con su bebé.

Y esto vale también para nosotras mismas, como mamás o figuras centrales en la vida de un bebé. Si a veces sentimos que no estamos pudiendo con nuestras propias exigencias, o con la imagen que tenemos de una “madre perfecta”, podemos tratarnos amorosamente, siendo amables con nosotras mismas, sabiendo que hacemos lo mejor que podemos, que damos lo mejor que tenemos. No es necesario ¡ni posible! hacerlo perfecto, alcanza con que estemos ahí con nuestra presencia y conexión.

POR LUCIANA CAVACO Y FÁTIMA PÉREZ

Big Data: beneficio para la humanidad, negocio para unos pocos

Una de las expresiones más citadas en el terreno tecnológico de los últimos años es el Big Data.  Es decir, ese gran volumen de datos, que crece de forma infinita en el universo informático y que puede volverse una masa de información inmanejable. Ese conjunto gigante de datos es utilizado por todo tipo de organizaciones y gobiernos, sirve para obtener ideas que conduzcan a mejores decisiones en los campos más variados, muy especialmente para realizar movimientos de negocios estratégicos. Y, claro, también se puede utilizar para el espionaje, la vigilancia como rutina, la venta de datos personales, el márketing, la invasión comercial dentro de la propia casa de uno. Al mismo tiempo, los expertos coinciden que el uso del Big Data será una herramienta fundamental en el futuro de los sistemas de salud, pues compartir los datos de pacientes e investigadores a nivel global puede ayudar a desarrollar programas de prevención más eficaces y generar estrategias nacionales y transnacionales estandarizadas tras la epidemia de Covid 19 que estamos sufriendo. La medicina y todos los campos de investigación que hoy la rodean y la nutren en plena pandemia, están conformando un cúmulo de información al mismo tiempo que la que multiplicaron los estados y las empresas en este lapso.  

El Big Data es estudiado, analizado y abordado por la llamada ciencia de datos que es un campo interdisciplinario que aúna métodos científicos, procesos y sistemas para extraer conocimiento de datos hayan sido estructurados o no. Este concepto revolucionario concentra disciplinas y herramientas de análisis como la estadística, la minería de datos, el aprendizaje automático, y la analítica predictiva. El ganador del premio Turing 1988 (en ciencia de la computación), Jim Gray, la denominó “el cuarto paradigma” de la ciencia (los anteriores son: empírico, teórico y computacional). En este nuevo paradigma, los investigadores se apoyan en sistemas y procesos diferentes a los utilizados en el pasado, como modelos, ecuaciones, algoritmos, evaluación e interpretación de resultados.

El científico de datos Agustín Di Salvo asegura que en un mundo de ciudadanos científicos de datos, cada uno podría descargar la información disponible sobre un problema (crisis económica, aumento de productividad, pobreza), manipularla, analizarla y extraer conclusiones. Así dejaríamos de depender de quienes pre-digieren la información para sostener debates rigurosos sobre datos concretos. “La ciencia de datos es la puerta de entrada a un mundo como ese”, afirma.

En la Argentina tenemos un campo creciente de la industria de datos. El Sistema de Perfil de Riesgo (SIPER) de la AFIP evalúa los comportamientos de pago de los contribuyentes;  el sistema de scoring del sistema bancario reúne los datos de movimientos que extrae la plataforma de transporte Cabify o la aplicación de tránsito Waze. También convivimos con el Big Data de las redes sociales como la que produce Facebook y que llega al extremo de manipular datos sobre elecciones políticas, o la minuciosa información que acumula la aplicación Tinder sobre las actitudes y elecciones sexoafectivas de sus usuarios. Por supuesto que se sospecha pero aún no hay certezas de que en esta zona del planeta estas informaciones no se cruzan. Es decir que la vida sexual o las decisiones políticas no influirían todavía en la evaluación que hacen los bancos cuando se pide un crédito, por ejemplo.

La pandemia del Covid-19 reinstauró el debate acerca de la recolección y procesamiento masivo de datos. Mark Zuckerberg, dueño del universo Facebook, remarcó que “el mundo enfrentó pandemias antes, pero esta vez tenemos una nueva superpotencia: la capacidad de recopilar y compartir datos para hacer el bien”. Ningún país llevó tan lejos esta máxima como China, que logró reducir el contagio y la propagación del virus –en una primera etapa- gracias a una rigurosa explotación y sistematización de datos recolectados mediante videovigilancia, el rastreo de teléfonos, y una serie de aplicaciones que cruzan datos sanitarios, georreferenciación y alertas en el celular sobre posibles contactos con infectados.

China está a la vanguardia de la videovigilancia y de la información que allí surge. El pensador de moda, el israelí Yuval Noah Harari sostiene que existe un control biológico, una “vigilancia subcutánea” para detener la epidemia. Por primera vez en la historia, hoy los gobiernos tienen la capacidad de monitorear a toda su población con sensores y algoritmos. China lo hizo al monitorear a la población a través de celulares y cámaras de reconocimiento facial. Si disponen de apps que advierten al portador de un celular que se encuentra cerca de un infectado, ¿acaso no podrían alertarnos de otros peligros? ¿Acaso las actitudes y datos de los portadores de esos celulares no serán luego empleados políticamente para saber cómo responden las emociones del electorado a ciertos estímulos? La famosa manipulación de masas. Recientemente, el Primer Ministro israelí Benjamin Netanhayu autorizó a la Agencia de Seguridad de su país a emplear tecnología antes restrictiva para combatir terroristas a rastrear enfermos de coronavirus; lo hizo a través de un “decreto de emergencia” que desestimó cualquier objeción de la oposición en el Parlamento.

El filósofo coreano alemán Byung-Chul Han señaló que en China “no hay ningún momento de la vida cotidiana que no esté sometido a observación. Se controla cada clic, cada compra, cada contacto, cada actividad en las redes sociales”.

La Inteligencia Artificial (parte fundamental del Big Data) es una aliada clave en la lucha contra el coronavirus porque nos permite enterarnos rápidamente de la existencia de un nuevo brote viral. “Sistemas como BlueDot y Metabiota –con algoritmos que procesan lenguaje natural para monitorear medios de comunicación e informes médicos oficiales– enviaron alertas a fines del año pasado acerca de un nuevo virus en China”,  declaró Cecilia Danesi, investigadora y docente de la UBA en Inteligencia Artificial y Derecho. La IA también colabora en detectar el virus y sugerir un tratamiento. 

El Big Data es un fenómeno tecnológico en pleno desarrollo e investigación que envuelve a todos los demás. Y allí se encuentran tanto los estados que se aprovechan de la información que tan fácil están recabando, las empresas que obtienen perfiles ideales de consumidores para su propio beneficio, pero también científicos que, como en el presente pandémico, se dedican a reunir información y hacerla crecer y aprovechar para el bien de la humanidad. Es deseable que el paso del coronavirus deje una enseñanza al respecto. Sin embargo, los poderes políticos y económicos llevan la delantera en el uso y manipulación de datos para lucro de una parte ínfima del planeta. 

POR HÉCTOR PAVÓN

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Sobre artesanos y coronavirus

¿Quién construyó Tebas, la de las siete Puertas? En los libros aparecen los nombres de los reyes ¿Arrastraron los reyes los bloques de piedra? Y Babilonia, destruida tantas veces, ¿quién la volvió siempre a construir? ¿En qué casas de la dorada Lima vivían los constructores?

Son los versos de “Preguntas de un obrero que lee” el poema donde Bertolt Brecht interroga a la Historia acerca de los verdaderos trabajadores, los artesanos, los hacedores, los que erigían palacios y ciudades y cuyos nombres no quedaron esculpidos ni grabados en ninguna piedra. Esa pregunta acerca del origen de todas las cosas, de la mano que moldea la arcilla es la que vuelve de modo recurrente y está interrogando al sistema político económico en el que vivimos y que ha sido muy golpeado por la crueldad sorpresiva de la pandemia. Hoy, nuestras manos le dan forma al destino personal y, en consecuencia, al de la comunidad global. 

El confinamiento, la obligación de permanecer cada uno en su casa no solo se ha manifestado con las características de un mal que nos ahoga, también hizo aflorar virtudes y necesidades inesperadas: muchas se relacionan de forma grata con nuestras habilidades manuales. Reparar puede ser una de esas funciones, siempre es gratificante volver a hacer útil aquello que estaba guardado sin solución en lo inmediato. Pero si el artesano que existe en cada uno brota y puede crear, entonces ese momento se emparentará con el arte, con el momento iluminador en el que la mano le da forma a una serie de elementos que antes eran un simple atado de madera, telas, metales que parecían innecesarios.  

“Cambié azulejos rotos, instalé cañerías flexibles del desagüe de la cocina, armé una llave de luz con dos que tenía para tirar, hice plantines y aprendí a hacer pan. Todas tareas por las que suelo pagar. Y además, descubrí la satisfacción que genera el reparar y el producir algo con mis propias manos”. El entusiasmo es de Mariano, 49 años y productor de seguros full time, ahora con media jornada de trabajo desde su PC. El tiempo libre o disponible en casa va más allá de las maratones de series y películas sólo porque la plataforma audiovisual te lleva a darle click. La palabra productivo escapa a la lógica fría fabril y se vuelve amable para definir aquello en lo que uno trabaja de modo voluntario.  

“Empezás a experimentar con el material, a conocerlo cuando lo tenés en las manos, ves qué pasa, qué permite y que no, y entonces, al final, lo resolvés”, explica María Carelli, experta en joyería contemporánea con materiales que abarcan un amplio espectro que va desde la plata hasta las escamas de pescados disecadas. Hay en el trabajo artesanal actual, con características artísticas, una reivindicación de la materia prima, de lo natural, de lo original que entra en juego con el cerebro y el cuerpo. Al respecto, el antropólogo francés Claude Lévi-Strauss sostenía que “Las sociedades estudiadas por los etnólogos tienen del trabajo una idea muy distinta. Lo asocian a menudo al ritual, al acto religioso, como si en ambos casos el fin fuera entablar con la naturaleza un diálogo en virtud del cual naturaleza y hombre pueden colaborar: concediendo ésta al otro lo que espera, a cambio de los signos de respeto, o de piedad incluso, con los cuales el hombre se obliga ante una realidad vinculada al orden sobrenatural”. Claro, no se trata de pasatiempos, son momentos con características rituales: uno prepara herramientas, pinturas, ingredientes, una bolsa de tierra para las plantas. Se buscan recetas, tutoriales, consejos para desarrollar el trabajo con un plan y no con improvisación, aunque sí con una sana espontaneidad. 

Pero atención, ser artesano, tener la capacidad de moldear una materia no siempre está emparentado con un saber, una formación particular ni un don especial. Se trata de lograr un trabajo creativo con voluntad y concentración. Requisitos que en este tiempo están más que permitidos y que deberían ser bien valorados. La cocina es uno de esos mundos donde la mano del artesano se destaca con nitidez. “Ahora la gente tiene ese tiempo que decía no tener para cocinar y cocinarle a sus hijos y eso es maravilloso. Nos damos cuenta lo mucho que hacemos con un poco de acelga, harina y huevo. Nos reencontramos haciendo pastas caseras, masa de tarta cuando se nos acaba la que comprábamos y vemos que es mucho más rica ¡si la hacemos nosotros! Empezamos a pensar un poco más en nuestra alimentación y no nos sorprende la noche sin comida llamando a un delivery”, sostiene con entusiasmo la cocinera Felicitas Pizarro. Y es que la cocina es uno de los lugares más importantes en un hogar y un lugar vinculado a los gustos, los placeres, y donde hoy muchos de nosotros hemos conocido el éxito y la consagración preparando comidas elaboradas, haciendo dulces y plegándonos al boom de ¡la masa madre!

Cuando uno piensa en un artesano es posible que piense en la madera. Y muchas veces ese material se vincula con un instrumento musical hecho por un luthier. Se trata de quien imaginó y creó una guitarra, por ejemplo. Un constructor de instrumentos es Juan Prime quien con un serrucho, una caladora y lijas de varios grosores produce guitarras: “La relación que establezco con el instrumento que construyo se basa en la que tengo con el futuro dueño ya que normalmente armo un instrumento para gente que me es conocida y sé lo que cada uno busca en una guitarra”. Además, Prime, suma un elemento emotivo que da en la raíz del valor artesanal de lo realizado: “Para mí trabajar la madera es volver a crear, modificar y reparar cosas con mis propias manos, en mi caso me trae un recuerdo de mi niñez, en el campo, reparando alambrados, tranqueras y ventanas con mi abuelo, que no era carpintero pero arreglaba todo lo que se le cruzaba. Juntos sacábamos clavos viejos, los enderezábamos y los metíamos en una lata para después volver a usarlos”.

Producir con las propias manos es el punto de partida del arte, pensar la pieza, pulirla, y ubicarla en una cadena humana es el fin propio, el que devuelve al hombre al centro de la escena. Crear es noble pero reparar también es muy valioso. La filósofa francesa Corine Pelluchon autora del libro Réparons le monde (Reparemos el mundo) dice que “hay que partir de las mismas cosas que teníamos y se rompieron para repararlas al igual que en la vida, como cuando estamos deprimidos. O cuando hay un caos, hay que ver dónde uno se apoya, dónde uno decide recoger los restos de su vida, uno por uno. Debemos ver qué podemos guardar, qué tiramos y cómo lo tiramos. Reparar el mundo significa tomar las cosas tal cual son. No son muy buenas, están desparramadas, pero las tomamos una por una para ver qué hacer con ellas y a dónde vamos”. Reparar y crear son misiones nobles y gratificantes para sobrellevar este momento de aparente quietud.

POR HÉCTOR PAVÓN

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¿Y qué pasa ahora con la calidad de servicio?

En este último mes, ¿te pusiste a revisar qué conductas podrías cambiar para mejorar la atención de tu negocio o de la organización a la que pertenecés? ¿Te distanciaste lo suficiente como para ver tus procedimientos con una mirada crítica? 

Puede que te encuentres demasiado abrumad@ actualmente, y eso lo entendemos, por eso nos gustaría acompañarte para que te detengas un ratito a pensar en esto. Te vamos a aconsejar como buenos amigos, de esos que se animan a decirte cosas difíciles de escuchar: “es momento de darle a la experiencia del cliente la atención que merece”. 

Así que, si recién ahora estás empezando a pensar en qué acciones podrías hacer para marcar la diferencia, no desesperes, da el primer paso leyendo nuestras recomendaciones para la atención de calidad en tiempos de COVID-19: 

  • Contené a tus clientes: Hoy las personas quieren que las empresas sigan haciendo aquello que saben hacer, pero que le den una vuelta más. Aunque suene a mucho, esperan ser contenidas, y esto no solo depende de una atención empática, sino de brindar soluciones concretas. Veamos un poco más cada uno de estos componentes.
  • Sé más empátic@ (todo lo que puedas): Ponete en los zapatos del otro, escuchá sus emociones y cuidá las formas, porque todos nosotros actualmente tenemos emociones a flor de piel. 
  • Brindá soluciones concretas: Los mensajes ambiguos no ayudan hoy día. Para dar un buen servicio vas a tener que dar certezas acerca de los temas que manejás, particularmente en lo que respecta a los servicios de preventa, venta y posventa (lo que en Germinal llamamos, la “inquebrantable trinidad”).  
  • Cuidá de tu y su salud: Si tu empresa atiende de forma presencial,  en ningún momento pierdas de vista que sos quien dicta los procedimientos, y, además, debés recordarlos continuamente con paciencia y con cordialidad, así como con firmeza. 
  • Realizá activaciones creativas: Todas las empresas hoy compiten a través de los mismos canales, y si a esa condensación le sumamos la apatía de los consumidores, el combo no es nada alentador. Es momento de que seas creativ@ para tener más llegada, porque competís con cientos de marcas que intentan captar clientes por los mismos medios.
  • Enfocate en generar más efectos “Wow”: No te quedes atrás. Algunas empresas hace tiempo comenzaron a dar ese toque extra, lo que en ocasiones llamamos el efecto “Wow”, ya sea ofreciendo contenido para el cuidado de la salud y la distensión, o dando parte de sus servicios de forma gratuita (promoviendo el #quedateencasa).

Dicho esto, ¿pensaste en qué cambios podrías implementar en los próximos días? Regalate unos minutos para analizar estas posibles mejoras. 

Tené en mente que hoy hay más oportunidades de dar un plus y sobresalir.  

POR SOFÍA PAZOS Y EUGENIA TAMBUSSI

Robots, drones y apps para monitorear el cumplimiento de la cuarentena

Las innovadoras propuestas para combatir el avance del coronavirus

El avance del coronavirus impulsó a gobiernos, empresas y organismos de diferente índole a instrumentar una serie de recursos para intentar comprender el funcionamiento del Covid-19, con el fin de instrumentar diferentes estrategias de gestión y tratamiento.

Dentro de las diferentes tecnologías aplicadas se destacan el aprendizaje de las máquinas y el big data, dos elementos omnipresentes en plataformas que permiten rastrear minuto a minuto el avance de la pandemia.

También se destaca la impresión 3D, el uso de drones y cámaras térmicas entre muchas otras soluciones que se fueron generando tanto para ayudar a evaluar el desarrollo de la enfermedad así como para producir recursos innovadores para personal médico.

Cámaras térmicas

En Argentina, el Gobierno colocó el jueves 12 de marzo cámaras térmicas con sensor remoto en el aeropuerto de Ezeiza. Este dispositivo tenía la finalidad de identificar personas con temperaturas altas para tener un indicio de personas que pudieran ser portadoras del coronavirus. Este tipo de tecnología se empleó en otros países también, como China, que fue el epicentro de este virus.

Luego, como sabemos, llegó el cierre total de fronteras en nuestro país como en otros. A medida que fue avanzando la enfermedad se instrumentaron nuevas medidas de contención, como la cuarentena. En este sentido, surgieron algunas iniciativas para contribuir a monitorear el cumplimiento de esta medida, algunas de las cuales se mencionan a continuación.

Aplicaciones de monitoreo y autoevaluación

En Corea del Sur se implementó una aplicación, desarrollado por el Ministerio del Interior y Seguridad, que utiliza el GPS del celular para realizar un seguimiento de la ubicación del usuario y así controlar si el usuario está cumpliendo con la cuarentena o no. También incluye una función que les permite seguir comunicado con trabajadores sociales y del área de salud para ir dando cuenta del progreso de su salud.

En la Argentina, la compañía de Urbetrack desarrolló la aplicación “Cuidate en casa” que replica ese mismo espíritu: busca ayudar a controlar el cumplimiento del aislamiento preventivo y obligatorio decretado por el gobierno, generando alertas en tiempo real cuando el usuario sale del domicilio de aislamiento.

Cabe señalar que es una iniciativa privada que todavía no está avalada por el gobierno, con lo cual no está operativa. Por otra parte, desde Presidencia presentaron hace unos días una aplicación que no busca hacer un seguimiento de este tipo sino que ofrece información vinculada al coronavirus y una opción de autoevaluación rápida para que el usuario, de ser necesario, se contacte con el 107. Esta app se llama Covid-19 Ministerio de Salud,  y está disponible para su descarga en Google Play.

En China también se desarrolló una app móvil que permitía rastrear y alertar si alguien había tenido contacto estrecho con alguna persona afectada por la enfermedad. En este país se instrumentaron varios mecanismos de control luego de que se desatara la pandemia.

El mapa mundial del “distanciamiento social”

Google está utilizando datos de geolocalización recopilados de los smartphones de usuarios para generar un mapa que rastrea cómo cambió el patrón de movilidad en diferentes regiones del mundo. Así lo anunció recientemente por medio de un comunicado.

Los informes muestran cómo se modificó la concurrencia a espacios públicos desde que se comenzó a implementar, en mayor o menor medida (según el país) directivas de distanciamiento social para combatir el avance del coronavirus.

El objetivo de estos reportes, que están disponibles para cualquier usuario con tan solo ingresar aquí, es que los funcionarios de diferentes países empleen esa información para evaluar qué medidas tomar.

En este sentido, puede ser, para los países donde hay cuarentena establecida, una forma de evaluar si se está cumpliendo efectivamente la medida. En otros casos donde aún no se implementó la cuarentena, la data puede servir para que el gobierno evalúe si quieren comenzar a tomar esta u otras medidas para evitar grandes concentraciones de gente. O si simplemente evalúan que es necesario transmitir un mensaje más enfático en torno a la necesidad de evitar la conglomeración de gente.

Robots, drones y telemedicina

Cuando se desató esta pandemia se comenzaron a ver drones con parlantes circulando por varias ciudades, en distintas parte del mundo, para monitorear el cumplimiento del aislamiento social.

También se han empleado drones para hacer entregas de material médico en algunas regiones de China con el objetivo de limitar el contacto, uno de los ejes de la prevención del contagio. Desde diferentes organismos de salud recomiendan establecer una distancia de cerca de dos metros entre personas para cuidarse de la posible transmisión del virus. 

Con el objetivo de reducir el contacto, en algunos países se recurrieron al uso de robots dentro de hospitales para hacer entregas de medicinas y alimentos. Cabe señalar que la telemedicina, en general, adquirió un rol protagónico en todo el mundo.

Por un lado se implementó para atender a varios pacientes que, por otros motivos, tiene que hacer consultas médicas. Esta medida buscó sostener el distanciamiento social recomendado así como liberar recursos para que estén disponibles para atender esta emergencia sanitaria destaca en varios sitios.

Impresión 3D y máscaras de buceo conectadas a respiradores

La empresa italiana Isinnova fue una de las primeras en comenzar a usar impresión 3D para generar válvulas de respiradores para un hospital en Brescia, una de las ciudades del norte más afectadas por el coronavirus, en el norte de Italia. Estos pasos fueron luego imitados en otros puntos del mundo para generar otro tipo de insumos médicos.

En este sentido, la ONG Resistencia Argentina, reúne aportes solidarios de diferentes integrantes que contribuyen con la impresión 3D de protectores faciales para hospitales e instituciones públicas. Las viseras, que están hechas de plástico y acetato ( o radiografías blanqueadas) salen entre 15 y 35 pesos.

Por su parte, la Facultad de Teconología Informática de la Universidad Abierta Interamericana (UAI) y el Centro de Altos Estudios en Tecnología Informática (CAETI) lanzaron un prototipo de protector facial gratuito hecho con impresoras 3D, que es similar al que ofrecen desde Resistencia Argentina.

La búsqueda de la vacuna y un tratamiento

La innovación más relevante será la vacuna, cuando llegue. Son varios los países que vienen trabajando en esta iniciativa. Los que parecen liderar la carrera son Estados Unidos y China que ya comenzaron con las pruebas en humanos. Se estima que la vacuna podría estar recién en un año o año y medio.

En cuanto al tratamiento con medicamento hoy no hay nada aprobado a nivel local ni por parte de la OMS pero hay varias líneas de investigación. Entre ellas se destaca el estudio de la terapia de hidroxicloroquina, un principio activo antimalárico que también se usa para el tratamiento de lupus y artritis reumatoidea.

En la Argentina se comenzó a probar en algunos pacientes en grave estado en el Hospital Posadas. Cabe señalar que Argentina es uno de los 10 países que forman parte de Solidarity, una iniciativa global lanzada por la OMS que busca probar de forma coordinada la eficacia de diferentes medicamentos para el tratamiento del Covid-19.

Por el momento no hay estudios concluyentes en relación a la hidroxicloroquina para esta afección. Sólo se sabe que está siendo probada y los médicos advierten a los usuarios que no se automediquen por dos grandes motivos: por un lado porque no se sabe si este remedio será realmente efectivo para tratar el coronavirus y en segunda instancia porque puede traer consecuencias graves y hasta mortales si no se regula de manera adecuada teniendo en cuenta el cuadro clínico del paciente y la interacción con otras medicinas.

El big data y el aprendizaje automático

Los dos protagonistas invisibles de muchos de los avances tecnológicos que darán sus frutos en el control de esta pandemia son el aprendizaje automático y el big data.

Hoy en día son varias las plataformas que, basándose en los grandes volúmenes de información recogida (big data) y el uso de algoritmos capaces de aprender e identificar patrones ayudan a la comunidad científica a comprender mejor cómo se comporta esta enfermedad, algo que es clave para encontrar una cura.

El gran procesamiento de datos se ve, por ejemplo, en los mapas que reúnen y cruzan información, como el que desarrolló la Universidad John Hopkins en Baltimore, Estados Unidos, basándose en información que aportan gobierno y organismos de salud. Este mapa se convirtió en una gran herramienta de monitoreo del avance de la pandemia.

También hay big data y machine learning detrás del uso de soluciones de inteligencia artificial que analizan radiografías y buscan encontrar algunos patrones característicos de las neumonías causadas como consecuencia del Covid-19. En la Argentina, por ejemplo, hay la empresa Entelai desarrolló una herramienta de inteligencia artificial (Entelai Pic Covid-19) que cumple este propósito y la puso a disposición, sin costo, para médicos e instituciones de salud en todo el mundo.

POR DESIREÉ JAIMOVICH

Repensando el estilo de liderazgo durante el aislamiento social

Frente a este evento, el entramado social se sacude más que nunca y nos obliga a repensar nuestras dinámicas cotidianas en lo que respecta a estar y hacer con otros. 

Hacia adentro de las empresas, el desafío es seguir siendo productivos en estos nuevos formatos de trabajo que algunos apenas conocen y que, actualmente, dejan de ser optativos.  

Hablamos de trabajar remotamente. 

Este modelo puede volverse simple, efectivo y hasta placentero, si logramos la voluntad colectiva de tejer lazos inteligentes y de confianza cuando la situación no admite la presencialidad.

Algunos tips que pueden ayudarte en el caso de liderar un equipo repensándose a la luz de las circunstancias:

  1. Creá alianzas con personas validadas por su liderazgo informal, su conocimiento, su honestidad y su inteligencia emocional. En la red, tienen peso y pueden ayudarte a tender y fortalecer puentes para consolidar equipos interfuncionales sin caminar por los pasillos de tu edificio.
  2. Instalá la práctica de compartir periódicamente aciertos y errores. En lo remoto las oportunidades de intercambio informal son menores, pensá que generalmente aprendíamos mucho de una charla en la zona de la máquina de café.
  3. Reconocé a alguien por sus logros oportunamente y frente a los demás. Hacerlo enseña a todos que estás agradecido por el esfuerzo, y comunica cuáles son los estándares de gestión esperados para que funcionen como sostén en una situación crítica.
  4. Propiciá que se den ratitos de distensión para desengancharse por un rato del tema “COVID-19″. Por ejemplo, cuando organices una reunión, invitá a los que participan a romper el hielo contando algo positivo que haya pasado en el día (5” máximo por persona). 
  5. Evitá dar espacio a las personas que se sienten autorizados a quejarse todo el tiempo y abrumar contando sus problemas. El “egocéntrico dramático” es un dementor disfrazado: te chupa la energía y distrae la atención de lo importante. Una receta para neutralizarlo es ser rígido con las agendas del encuentro, expresando claramente el tiempo del que se dispone. Si perdemos el foco, se pierde la distancia operativa. Ahora, si hay algo que no nos hace falta es tener dementores.
  6. No permitas que se emitan juicios infundados acerca del trabajo de otro, desafiá los mismos de inmediato, y aclará que juzgar sin fundamento solo intoxica el ambiente en una situación que, ya de por sí, es tensa.
  7. Buscá instalar rutinas de encuentro sin que sean vividas persecutoriamente. Explicá que reunirse en determinados momentos del día permite concentrar esfuerzos, recalcular y compartir algún chisme de proyecto.
  8. Dejá en claro que no vale estar peleado con el otro si eso les impide hablar de trabajo efectivamente. Contales que esta es una condición no negociable, siendo todos adultos y profesionales trabajando en una situación crítica. 
  9. El contexto actual no admite compartir el liderazgo como en otros momentos. Se espera de vos empatía, contención, claridad y mucha asertividad.   

Comprometerse entre todos para fortalecer el equipo en términos de confianza nos ayuda a ser más exitosos, y a sentirnos menos vulnerables y solos.

POR VERÓNICA PAGÉS

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El trabajo en tiempos de colaboración

Las dinámicas del trabajo colaborativo fueron potenciadas por la difusión de las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (NTIC).

A diario surgen formas de producción participativa que hasta hace no demasiado tiempo resultaban inimaginables.

Encontramos un ejemplo actual de este fenómeno en la plataforma Foldit (fold.it). Se trata de un juego on-line en el cual usuarios de todo el mundo plantean proyecciones tridimensionales sobre procesos de plegamiento de proteínas. El objetivo del juego es generar nuevas estructuras proteicas utilizando herramientas estandarizadas. El sistema asigna una puntuación a las propuestas de cada uno de los usuarios, y luego un grupo de investigadores especializados considera los mejores resultados para su eventual aplicación en laboratorios. Se necesita de todos una buena dosis de inventiva.

Actualmente, Foldit ha cobrado una relevancia superlativa, pues se está utilizando para avanzar en el control del coronavirus. Usuarios de todo el mundo están proponiendo ideas para minimizar el impacto que el virus tiene sobre el organismo humano y para neutralizar sus formas de propagación. Se espera que dichas ideas permitan acelerar el desarrollo de una cura efectiva.

A partir de las posibilidades que ofrecen las NTICS, la cantidad de intervenciones es ilimitada, por lo cual los resultados pueden expandirse de manera virtualmente infinita. De este modo, el producto nunca se presenta de manera definitiva, sino como la versión actual de un proceso que buscará mejorar indefinidamente.

El trabajo colaborativo permite sumar el esfuerzo de individuos que funcionan como pares y que no mantienen entre sí ninguna obligación formal. El resultado de este tipo de trabajo no reconoce un autor exclusivo, sino que pertenece por igual a todos los participantes.

Así, se visibiliza una idea que a menudo queda olvidada: nadie produce solo. La capacidad humana se realiza entre otros y con otros. En ese sentido, el trabajo colaborativo puede ser una forma de ser y sentirse parte de algo muy significativo.

POR SEBASTIÁN BOTTICELLI

El cuerpo en tiempos de cambio

En este tiempo de contagios de virus y pánico, es necesario frenar a tiempo y plantarle cara al cuco. Un verdadero aprendizaje ante la contundencia una pandemia.

Somos cuerpo. Y mente, espíritu, alma. Dependerá de la lupa a través de la cual nos miremos como seres humanos, que podamos observarnos de un modo u otro. Todas las disciplinas, teorías o corrientes de pensamiento coinciden en que somos materia y tenemos un cuerpo, al menos mientras estamos vivos. En este presente, resultado de un pasado que transitamos como sociedad y humanidad del modo que pudimos o nos permitimos transitar, es momento de hacer una pausa y observar. Tanto si estamos en cuarentena como si no, la realidad se nos impone a través del cotidiano. El día a día se ve afectado por la pandemia del coronavirus o COVID19, del que hace unos meses no habíamos escuchado hablar jamás, y hoy es el “gran cuco” para la humanidad. Pausa. ¿Es el “gran cuco”?

Es tiempo de preguntas y de poner en duda lo que se nos es dado como verdades absolutas. El primero que sabe, si sabemos escucharlo y atenderlo, es nuestro cuerpo. La mente, en tiempos convulsionados, concentra toda nuestra energía en la supervivencia activando el sistema simpático, generando un subidón de adrenalina que puede desembocar en miedo, pánico y una gama extensísima de sensaciones nada felices. El cuerpo sabe, y ante el miedo (a enfermar, a no contar con lo necesario para la supervivencia, a morir) reacciona de manera concreta. Si se trata de un miedo real, como es cruzar una avenida con el semáforo en rojo y autos varios acercándose en nuestra dirección, esas sensaciones y procesos resultarán más eficaces que cualquier seguro de vida porque nos alertarán del peligro real e inminente. Pero en momentos como el que estamos viviendo como humanidad, en los que el “enemigo” es un virus identificado, que ha causado contagio a escalas importantes e incluso muertes en más de cien países alrededor del mundo, la reacción brusca e inmediata del miedo no es de mucha utilidad. Al menos no lo es si la sostenemos en el tiempo y como único modo de respuesta.

Para poder transitar este tiempo es imprescindible tomar algunas medidas en lo personal, porque de ese modo será posible expandir la conciencia a lo social. Más allá de las regulaciones dadas desde los gobiernos, la prevención y cómo se lleve a cabo en cada caso es un acto de conciencia individual y a lo sumo, familiar o comunitaria.

El cuerpo no solo debe ser pensado como el receptor de una posible enfermedad por contagio, si no, estaríamos activando únicamente el miedo, el pánico y, en el peor de los casos, el rechazo a lo que es. Nuestro cuerpo necesita de nuestra mente y viceversa, hacer equipo, trabajar mancomunados y de manera coordinada para pasar la tormenta hasta que aclare. Moshe Feldenkrais, creador del método que lleva su nombre, decía que “casi siempre conviene más cambiar nuestra reacción primero, antes de cambiar el medio, aunque puede que podamos hacer algo en ambos a la vez”. Así que tomando lo que se nos da en este tiempo como “real”, podemos hacer una pausa para:

  • Aquietarnos. Somos capaces de esto y mucho más, sin embargo la ansiedad y el miedo nos tientan a caer en la desesperación y salir corriendo a comprar víveres, por ejemplo. ¿Podemos alcanzar la quietud de la mente a partir del trabajo consciente del cuerpo? Respirar y observar la respiración puede ser una buena primera medida.
  • Observarnos. En el propio espacio, el que nos toca para permanecer solos o compartir con otros, ¿somos los mismos?¿cuál es la relación con nuestro cuerpo en estas condiciones de restricción?
  • Movernos. El cuerpo se mueve por sí solo: el sistema nervioso autónomo continúa realizando su trabajo, fundamental para la vida. Pero de nosotros depende movernos de manera consciente. Un breve trabajo con cada parte del cuerpo nos devolverá un estado de bienestar y disfrute, aún en tiempos convulsionados.
  • Aprender. En el presente, aprender sobre nosotros mismos con la autoobservación. La práctica de desaprender lo conocido para incorporar nuevos hábitos y costumbres puede llevarnos a un cambio individual y colectivo que hoy es aún impensado. La práctica consciente resultará a mediano y largo plazo en bienestar común.
  • Regular. Crear buenas prácticas en cuestión de energía vital no es nada común en nuestras sociedades. Esta pausa nos invita a regular el tiempo que dedicamos al trabajo, al ocio, al descanso, a la preparación de las comidas, a compartir con otros -real o virtualmente- a una conversación o un juego, al silencio, a disfrutar de una película, un libro, una canción. Y también mirar cuánto tiempo y energía dedicamos a “rumiar” en nuestra mente de manera tortuosa e inútil.

La propuesta es empezar por hacer algo con nuestro cuerpo, nuestro envase no retornable, el único que nos acompañará durante toda la vida. Es urgente e importante: empecemos hoy mismo y cuidémoslo del cuco.

POR ANALÍA ROSSI

Gente al cubo (G3)

Después de muchas aventuras trabajando en aula temas de “comportamiento organizacional”, aprendí que de ese espacio la gente se va con preguntas. Ya sé que es un cliché decirlo así, pero me refiero a las preguntas que van más allá del encuadre formal. Hablo de preguntas más privadas, de inquietudes o preocupaciones que, a veces (y no sabiendo bien porqué), mantenemos “bien calladas”.

De verdad, esto pasa muchísimo, a mí, por lo menos, me pasó. ¿O acaso nunca escucharon decir “acá necesitamos un psicólogo permanente” o “me llevo cosas que me sirven también para la vida”?¡Es un problema que sigamos siendo todavía binarios!

En Germinal nos movemos en el ámbito de las organizaciones y “la vida”, tratando de lograr un encuentro entre esos dos mundos que, para muchos, siguen pareciendo muy distantes. Realmente nos gusta abordar nuestro trabajo desde esa perspectiva. Por eso, armamos G3, para empezar a transitar ese viraje necesario para volver a nuestras organizaciones más saludables.

Creo fervientemente que un buen espacio que permita que alguna de esas preguntas pueda encontrar su respuesta bajo el encuadre del trabajo de un grupo que reflexiona junto nos ayudaría a ser más felices en general y a producir deseando encontrarnos en lo que hacemos.

Podemos acompañarlos a pensar cómo regular los enojos, la ansiedad; ayudar a atenuar algunos miedos, a transitar la adolescencia de los hijos, el puerperio. Nos interesa pensar cómo ir armando nuestros vínculos para sentirnos mejor, y eso implica que la felicidad, la muerte, el mal humor o qué me pasa frente al otro (que, dicho sea de paso, es muy distinto a mí) sean temas a tratar.

Si les parece bien, los estamos esperando para compartir este proyecto juntos, ¡nos vemos pronto!

POR VERÓNICA PAGÉS

Charlando sobre felicidad

“¿Qué es la felicidad? ¿Soy feliz?”Así empezó el jueves en Germinal, con estas preguntas. 

Nos encontramos para desayunar entre colegas, esperando para charlar un ratito con Tomás Balmaceda, uno de los filósofos del equipo, porque supuestamente iba a contestarlas.  

Secretamente, creo, alguno de nosotros esperaba enunciados cortos y claros para “garantizar la felicidad”, así somos en las empresas a veces. Parece que el pragmatismo extremo nos hace mejores colaboradores, más inteligentes, y evita que perdamos tiempo. 

Y esto que digo creo que tiene que ver con las preguntas que nos hacemos, muchísimas veces y que nos resultan tan difílcies de contestar: ¿Por qué la gente se equivoca? ¿Por qué no le interesa lo que hace, no se comunica o no aprende en el trabajo?

Desde Germinal propiciamos este espacio porque pensamos que charlar, filosofar un rato en base a temas que nos importan, incluso a veces “desperdiciando palabras”, nos ayuda a reflexionar y a hacernos preguntas que profundizan nuestro autoconocimiento. 

Creemos que no se puede hacer “gestión de la felicidad” para “retener”. Parece que cada vez más se empieza a comprender que las personas nos quedamos en los lugares que nos identifican, que nos hacen sentido. Y para entender profundamente qué nos hace sentido necesitamos pensar, a veces, desperdiciando palabras con otros. ¡Vale charlar en los pasillos!

POR VERÓNICA PAGÉS