¿Sabés qué son las muletillas? Su nombre es bastante transparente, porque se trata de palabras o frases que actúan como sostén del hablante para darle tiempo de pensar a lo largo de un discurso en qué es lo siguiente que se va decir. Pasemos de la tercera persona a la primera, ya que este fenómeno nos afecta a todas y todos, y esto es super evidente cuando nos ponemos algo nerviosas o nerviosos; solemos emplearlas mucho más cuando perdemos un poco de vista qué es lo que queremos expresar, y ahí entramos en un terreno pantanoso de frases sin demasiado sentido.
Estos ripios (1° sinónimo) son un rasgo del discurso oral que, idealmente, deberíamos tratar de emplear lo menos posible y de evitar por completo en el mensaje escrito (salvo que, obviamente, deseemos que haya marcas de oralidad a propósito) porque no aportan, prácticamente, significado.
Ojo, no queremos demonizar a los latiguillos (2° sinónimo), sino entender que representan una fórmula que puede volverse muy repetitiva, algo cansina.
En los casos más extremos, hay personas que abrazan los bordoncillos (3° sinónimo) de tal manera que, al detectarlos, podemos llegar a obsesionarnos y quedarnos con el cómo dicen lo que dicen más que con el contenido objetivo. Así es que se puede volver casi un juego contar la cantidad de veces que se repiten estas coletillas (4° sinónimo), como podemos apreciar en el video de Larrondo.
Y, ya que estamos con el tema de las repeticiones, apelemos a una frase hecha que empleamos bastante pero porque cuesta encontrar otra mejor: lo primero es reconocerlo. Sí, lo fundamental es saber que seguramente tengamos muletillas (coletillas, latiguillos, bordones, bordoncillos o ripios), eso no es algo malo, pero debemos detectarlas (escuchando audios propios, por ejemplo) para tratar de neutralizarlas y que no se vuelvan lo más destacado de nuestro discurso.
Y si este consejo no te es suficiente, ya sabés, contactanos para hablar de #presentacioneseficaces.
POR SOFÍA PAZOS
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