Hoy te presentamos algunos fragmentos de la historia detrás de Barbie, la icónica muñeca que da nombre a la película que arrasa con todo desde hace semanas. El film, protagonizado por Margot Robbie y Ryan Gosling y dirigido por Greta Gerwig, está rompiendo taquilla y haciendo historia al convertirse en el mejor estreno dirigido por una mujer en Estados Unidos.
El 9 de marzo de 1959, la empresa Mattel presentó mundialmente a la muñeca Barbie. Según estadísticas emitidas por la marca, se venden entre dos y tres Barbies por segundo en el mundo.
Un dato curioso es que, cuando fue presentada en la Feria de Juguetes de Nueva York, la línea de productos fracasó, ya que todos los participantes del evento (dueños, compradores y vendedores minoristas) eran hombres, y consideraron que era un juguete inapropiado para niñas, por lo que lo cancelaron. De un estudio de mercado temprano se desprende que a las madres tampoco les gustaba Barbie, ya que temían que sus hijas no pudieran conseguir marido.
La creación de Barbie se atribuye a la presidenta, Ruth Handler, también co-fundadora de la empresa junto con su marido y socio, Elliot, y Harold «Matt» Matson. Nótese que «Matt» y «Elliot» son los nombres que se combinan para designar a la empresa, mientras que «Ruth», brilla por su ausencia. Igualmente, fue ella quien se dio cuenta de que muchas niñas se aburrían con las muñecas bebé que dominaban el mercado en ese momento. A diferencia del juego con muñecas bebé en el que las niñas pequeñas se limitaban a asumir el papel de madres, Barbie impuso otra dinámica como juguete adulto (con pechos, lo que constituyó un escándalo) y se convirtió prontamente en símbolo de feminidad.
Para 1963, aún en sus primeros años, lanzó al mercado un pack de accesorios llamado “Barbie Baby-Sits” que incluía una balanza que marcaba 50 kg y un libro titulado “Cómo perder peso” junto a la leyenda “No coma”.
Desde el inicio Barbie no fue solo la novia de Ken, una compradora compulsiva o un estereotipo de belleza occidental: tenía su propia carrera como astronauta (1965), era cirujana (1973), cantante (1977) y hasta presidenta (1991), roles que no eran impulsados ni bien vistos para las mujeres de la época la que, por el contrario, debían ser “madres” o “esposas de”. A su vez, otras profesiones y oficios de Barbie como enfermera (1961), azafata (1966) o maestra (1965) nos indican que también fue reflejo de lo que hoy llamaríamos “techo de cristal” o “paredes de cristal”.
Barbie fue las dos cosas: no solo ocupó los roles y estereotipos tradicionalmente femeninos, sino que también ocupó otros que, hasta entonces, eran inéditos para una mujer. Por otra parte, si bien había casos reales de mujeres astronautas por ejemplo, estos casos no estaban representados en la cultura. Recordemos que la Barbie astronauta estuvo probablemente inspirada en Valentina Tereshkova, la soviética que en 1963, en el marco de la Guerra Fría, orbitó la tierra.
A su vez, las primeras versiones de la muñeca con el nombre de la hija de su creadora, Barbara, incluyen a Christie, la Barbie negra. Si bien no llegó al mercado hasta 1980, Christie fue presentada en 1969, apenas cuatro años después de la derogación de las leyes Jim Crow que se aplicaban a los afroestadounidenses y a otros grupos étnicos no blancos. Estas leyes propugnaron por un siglo la segregación racial en todas las instalaciones públicas bajo el lema «separados pero iguales».
Cuando pensamos históricamente, es decir, cuando reflexionamos sobre el pasado, es importante tener presente que todo invento, hecho o producto de la índole que sea (cultural, político, económico, social) es, en parte, deudor de su propio tiempo por muy disruptivo que sea y que siempre algo de su carácter “nuevo” u “original” incluye algo “viejo”. Es habitual que los desplazamientos de los límites de lo posible ocurran siempre dentro de ciertos márgenes de inteligibilidad, los que, a su modo, encorsetan lo nuevo.
Sin embargo, muchas veces cuando analizamos el pasado solamente desde y en función del presente, como puede ser el caso de esta muñeca, le hacemos preguntas y le pedimos cosas que no nos puede responder y nos resulta sumamente contradictorio y hasta incómodo porque no son todo lo revolucionarios o políticamente correctos que quisiéramos para su época… ¿Qué queremos decir con esto?
Que, si bien Barbie se caracteriza por sus medidas corporales poco realistas y por ser sumamente hegemónica y representante póstuma de la cultura consumista occidental (encarnando mandatos que aún hoy se esperan de las mujeres); esta “normalidad” -que en 2016 fue reformulada por la compañía lanzando Barbies con otra morfología corporal e incluso Barbies con síndrome de Down y en silla de ruedas- convivió con rasgos novedosos para representación de las mujeres como su estado civil, la decisión de no ejercer la maternidad y, en particular, por su desarrollo profesional y su autonomía.
POR ILENIA AROCHA – Historiadora maestranda en Estudios Feministas por la Universidad de Buenos Aires y coordinadora del área de Género y Diversidad de Germinal.
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