Hace algún tiempo, encontramos esta nota en una antigua revista: “Deje a su marido trabajar en paz”.
La compartimos con ustedes porque, más allá de lo gracioso que pueda resultar, es interesante tener en cuenta que esta perspectiva se difundía sin ningún tipo de reparo (incluso hoy puede rastrearse en ciertos discursos).
Citamos algunos fragmentos:
Hay dos elecciones de gran importancia en la vida del hombre: el trabajo y su mujer.
Dedica al trabajo dos tercios de su día y, aunque su posición sea producto de una oportunidad inesperada o de una herencia familiar, existe, sobre todo, por lo que hace.
Aunque los hombres no lo sepan o no lo quieran reconocer, las mujeres influyen mucho más en su trabajo de lo que ellos piensan. Esa influencia es generalmente positiva, pero hay muy pocas que saben ejercerla: casi siempre se equivocan, ya sea con sus celos excesivos, telefoneando a toda hora, ya sea supervisando su trabajo y manejando sus acciones.
Son muchas las parejas que comienzan su relación o se enamoran en la facultad, y hay casos en los que ella repite adrede un año para permanecer junto a él.
El hombre es muy consciente de su superioridad y solamente en casos de extrema madurez podría soportar un fracaso cuando su mujer ha obtenido un éxito. Para él, es muy importante ser jefe y parecer superior.