Quizás te convenga pactar algunas reglas de uso con quienes te escribís por este servicio de mensajería (siempre que sea posible, claro). Para facilitarte un poco la tarea, te compartimos algunas normas que podrían servirte para proponer y adoptar:
- Si no es una urgencia, mejor evitemos los mensajes laborales fuera del horario de trabajo (algo que se escribe o se envía como audio para “no olvidarlo luego” se debe reemplazar por un mail).
- Si no aportamos información nueva, ¿para qué lo decimos? Evitemos los mensajes que repiten comentarios u opiniones ya expresadas anteriormente por otra persona, o respuestas que no suman. Por ejemplo, si una persona consulta “¿Alguien encontró mi informe?”, no sirve que todas y todos respondan “no”.
- ¡Moderación, por favor! Los mensajes deben emitirse con cierta moderación, es decir, tratemos de no “bombardear” el chat con comentarios o pedidos. El ida y vuelta entre las distintas voces es importante y hay que dar el tiempo necesario para que los textos sean leídos, analizados y respondidos antes de proseguir.
- Basta-de-palabras-sueltas. Es preferible que se envíen enunciados completos, frases y oraciones más que palabras sueltas que extienden la conversación en el tiempo y multiplican la cantidad de notificaciones innecesariamente.
- ¡Guarda con los audios! Este tipo de mensajes pueden ser cómodos y prácticos para los emisores, pero no lo son tanto para los receptores. A la hora de enviar un mensaje, es importante también pensar en quién los debe escuchar y cómo.
¡Esperamos que te sirvan estas sugerencias!
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