Cuando escuchamos hablar de sesgos tendemos a pensar que son cosa de otros, que nosotras/os no los tenemos porque vemos la realidad con lentes transparentes de absoluta objetividad y recor-damos los eventos pasados de manera clara, sin distor-siones. Bueno, esto no es así.
El tema de los sesgos aparece una y otra vez en nuestras capacitaciones, al hablar de toma de decisiones, de Diversidad, incluso de Comunicación escrita, y hay ejemplos muy interesantes que demuestran que nuestra mente nos puede jugar fácilmente una “mala pasada”.
Por ejemplo, ¿conocés el llamado “efecto Mandela“? En pocas palabras, se trata de un fenómeno que se produce cuando recordamos hechos o acontecimientos como si fueran reales, pero que, en realidad, no ocurrieron. El efecto Mandela fue llamado así por Fiona Broome, quien, ante la noticia de la muerte de Nelson Mandela, se sorprendió… digamos que por demás. Lo que pasó es que Broome tenía un vívido recuerdo del funeral de Mandela en los años ochenta, evento que, obviamente, no había sucedido en verdad.
El libro El gorila invisible es ya un clásico en el que se describen varios efectos relacionados con la ilusión de atención y la ilusión de memoria, y es una lectura muy entretenida para ponerte en tema.
Pero si querés ver cuánta resistencia genera el tener que admitir que nuestra mente no es totalmente confiable, te sugerimos que veas un episodio en particular de How to with John Wilson llamado “How to improve your memory” (“Cómo mejorar tu memoria”) en el que podemos ver cómo hay quienes caen en el sesgo del punto ciego, llegando a negar la existencia de estas trampas mentales, y justificando estas fallas de sus recuerdos con teorías sobre multiversos y líneas de tiempo que se cruzan…