Por Sofía Pazos
Como es bien sabido: …”Todo ser humano se vincula con el mundo exterior, conoce, aprende, interpreta, toma sus decisiones y actúa a través de sus modelos mentales“… (“Modelos mentales o el mito de la realidad objetiva“, Jorge Anzorena).
¿A qué extremo nos puede llevar esto? Sucede que en un texto llamado La ciencia y los monstruos. Todo lo que la ciencia tiene para decir sobre zombis, vampiros, brujas y otros seres horripilantes Luis Javier Plata Rosas comenta que en Haití, país en el que el vudú es una religión popular, muchas personas consideran que es posible toparse con zombies. También menciona que en una investigación en base a tres denuncias de deambuladores no muertos, los investigadores descubrieron que dos de ellas hacían referencia a personas que no eran ni parecidas a los fallecidos.
En todos estos casos la epilepsia y problemáticas relacionadas con el aprendizaje se interpretaron y vincularon con asuntos zombies, no solo confundiendo a personas desconocidas con familiares, sino incluso considerándolas como muertas vivas en lugar de simples mortales paseando por la calle.
Absurdo, ¿no? Bueno, quizás no tanto. Posiblemente en otra escala todas y todos en el día a día podemos llegar a pensar que nuestra manera de ver las cosas es la única posible.
Nos cuesta entender que vemos el mundo de acuerdo a cómo somos, no a lo que necesariamente ES y esta dificultad radica en el hecho de que convivimos con modelos mentales a un nivel inconsciente, con lentes invisibles que intervienen constantemente en el proceso permanente de asignación de sentidos.
Para dejar de ver zombies (o empezar a verlos si no lo creemos posible) nada mejor que explorar desde el lenguaje y la conversación nuestras visiones y las de los demás para poner en jaque lo que consideramos y revelar lo que no sabemos que creemos.